sábado, 7 de abril de 2012

CUANDO NO QUIEREN COMER

En las edades que comprende la etapa de la Escuela Infantil, la comida es un tema que nos da muchos quebraderos de cabeza, si el bebé no come, no ganará el peso que debe cada mes y esto nos pone muy nerviosos.

Los adultos tenemos claro que la alimentación es muy importante en nuestras vidas y queremos que nuestros hijos tengan una buena educación en este aspecto. Es importantísimo comer todo y de todo y adquirir una alimentación sana desde pequeños, justo en la edad que estamos educando. Dada la importancia que tiene, debemos convertir la comida en un hábito satisfactorio y gratificante. A través de ella se ayuda al niño a crear hábitos y rutinas, se le fomenta la autonomía, la motricidad e influye en la evolución del habla pues contribuye al desarrollo de la musculatura de boca y garganta.

Hay bebés que cada día cuando llega la hora de la comida, desde el momento en que ven acercarse el plato, comienzan a llorar. No siempre es fácil introducirles nuevos alimentos y texturas. Está claro que tenemos un conflicto: ¿no aceptan la comida?, ¿no tienen hambre?

Comida sólida, no gracias
Sobre el año, hay niños que se muestran interesados en los trocitos de alimento sólido pero no se deciden a probarlos, miran a sus compañeros y los gestos de los demás no pasan desapercibidos; pero no acceden a probar el nuevo alimento.

¿Por qué se niegan a comer entero si conocen los sabores?, será otro factor: ¿la textura quizás, la forma, el color, el tamaño... ? Muchos comen trozos de pan, galletas, trozos de fruta, luego sí hay alimentos que aceptan.

Expertos en la comida
Sobre los 2 años, cuando un niño no quiere comer, es difícil superar el gran reto de buscar estrategias para conseguir que cambien de actitud. Muchos ya tienen sus mañas para conseguir no comer, y saben cuales serán los alimentos que les darán cuando no hay forma de que tomen nada. Son expertos a la hora de la comida y saben muchos trucos: llorar, patalear, negarse a sentarse en la mesa con sus compañeros, meterse mucha cantidad y así no poder tragar o intentar vomitar.

Algunas veces, para que no se queden sin comer, no nos damos cuenta que no son los alimentos los culpables de que no mastiquen ni traguen, saben que después de varios intentos, conseguirá el biberón con cereales.

¿Qué debemos hacer? ¿Cómo debemos actuar durante la comida?
El primer paso que debemos dar es entrevistarnos con la familia. Conocer cuál es el comportamiento del niño y cómo tratan este tema en casa. Es posible que nos den alguna clave y podamos resolver el problema. Pero si no es así, si vemos que en casa la situación es la misma, hay de cambiar la actitud del niño hacia la comida, siempre de acuerdo con los padres, pues su colaboración es fundamental y debemos mantener las mismas actitudes.

El primer acuerdo al que hay que llegar será no forzarles, si está empezando con los purés, le acercaremos la cuchara a la boca y esperaremos que sea él quien succione el puré. Si ya come solo, pondremos en el plato poca cantidad de comida, en un principio, para que se sienta capaz de conseguir comerlo todo.

Tener paciencia, empezar pidiéndole una tarea que él vea asequible, dos o tres cucharadas; con la convicción de que en poco tiempo terminará comiéndoselo todo. Sobre todo, hay que deshacer todas las malas mañas adquiridas: distraerlos para que coman cuando no se enteran, hacer teatro, dejarle algún juguete...

No debemos sentirnos impacientes, sino tranquilos y relajados, dedicándoles tiempo y paciencia, sin agobios ni prisas, es precisamente en esos momentos cuando debemos ser constantes y estar seguros de que conseguiremos que lleguen a disfrutar de este momento. Quizás el primer día comerá pocas o ninguna cucharada, pero poco a poco le haremos sentir que puede, que es una tarea asequible para él y sobre todo le haremos tener sensación de logro: ¡qué bien se ha comido la cucharada!, ¡Qué fácil ha sido!

Cuando al año se niegan a probar el sólido, hay que adoptar una postura natural y demostrar tranquilidad, no pasa nada. Cada día le pondremos el segundo plato como a los demás, sin insistirle; si no come se lo quitaremos sin darle mayor importancia, nuestra única insistencia va a ser invitarle a probar. La postura del adulto tiene que ser sin agobio ni nerviosismo ante la situación de que no coma, tampoco estar impacientes insistiéndole y agobiándole; tenemos que demostrar una absoluta confianza de que al final lo probará. No debemos meternos en su dinámica.

El niño no debe observar que nos preocupa que no coma. Si el educador se mantiene relajado ante la postura del niño, éste se dará cuenta de que no merece la pena plantear batalla al adulto.

Si sabemos que un alimento no le gusta, la mejor postura es ponerle poca cantidad para que pueda llegar a terminarlo. Poco a poco aceptará todos los alimentos, sabores, olores, texturas...

Sobre los 2 - 3 años, cuando el niño se niega a comer puede resultar útil que sean ellos quienes decida la cantidad que quieren comer. Darles esta opción es confiar en ellos, es una actitud novedosa que les resulta chocante y divertida a la vez. El educador dejará claro que hay que servir cierta cantidad, porque no vale decidir que no se quiere nada. Tanto si es mucha como si es poca la cantidad que cada niño ha decidido, deberá comérselo todo, ese habrá sido su compromiso al aceptar el trato.

Otra estrategia que da buenos resultados es crear la figura del AYUDANTE. Cada día nombraremos un ayudante en cada mesa, que será el responsable de repartir platos y cubiertos a sus compañeros, además de ayudar a recogerlos cuando cada niño haya terminado la comida de su plato. Para ser ayudante se necesita tener eficacia, ser buen organizador, estar atento a las demandas de la mesa y terminar la comida de los primeros para organizar los platos y cubiertos. A todos los niños les encanta ser ayudante para mandar a los demás, demostrar sus cualidades y para hacer crecer su autoestima. El ayudante tiene una obligación, se lo tiene que comer todo.

Un aspecto importantísimo que no podemos olvidar es el tema afectivo, los niños por muy bebés que sean entienden mucho de cariño y afecto, saben qué personas les quieren, les dedican tiempo y les valoran. La comida suele ser muchas veces motivo de desencuentros entre adulto y niño, tenemos que ser capaces de cambiarlo y convertirlo en un momento agradable donde disfrutemos de los alimentos y la comunicación con los demás. 

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