sábado, 7 de abril de 2012

NIÑOS CON CONDUCTAS AGRESIVAS

Que los niños, peguen, empujen, muerdan, arañen,… son conductas que nos preocupan y aunque es un comportamiento normal alrededor del año y medio, es importante que se corrijan cuando aparecen para que no se conviertan en un hábito, y como tal, difícil de quitar.

¿Por qué se dan estas conductas y qué podemos hacer?

La forma más eficaz de tratar con este problema es entender que unas veces estas conductas aparecen por imitación, si el niño observa agresividad en los adultos, imitará estas conductas; otras veces son causadas por motivos tan distintos como:
  • Experimentar con el mundo, a esta edad la principal actividad del niño es experimentar y la mejor herramienta es su cuerpo. Si está experimentando dile con voz firme “no” y enseñale a la exploración sensomotora sin lastimar: tocando, oliendo, chupando... Proporciónele variedad de materiales para jugar y planea juegos activos con él.
  • Cuando se sienten disgustados o enojados se frustran, no saben que sienten, son incapaces de tolerar la situación y estas conductas le relajan. Si se frustran, expresa lo que él está intentando decirte y ayúdale a hablar y comprender sus sentimientos.
  • Están empezandando a descubrir a sus iguales y necesitan aprender a compartir. Si está empezando el juego cooperativo con otros niños, guía su comportamiento y refuerza sus habilidades sociales.
  • Por pura impotencia, si quieren conseguir algo y no saben como. Dale oportunidades para tomar decisiones apropiadas a su edad, que le den control de la situación, aplaude la adquisición de nuevas habilidades y el desarrollo de su autonomía.

Esta forma de relacionarse va desapareciendo con el desarrollo del lenguaje porque el niño podrá manifestar verbalmente sus sentimientos y emociones, pero a esta edad, la mejor manera de solucionarlo es intervenir inmediatamente.

Ante un incidente de este tipo; mordisco, golpe, arañazo, lo primero es atender al niño que ha sido agredido, calmarle y ofrecerle seguridad. Al que ha provocado el altercado, hay que hacerle entender que lo que ha hecho no está bien, que actuando así hace daño a su compañero y que no debe repetirlo.

Debemos mostrar a los niños cómo relacionarse con iguales jugando y compartiendo, y felicitarles siempre que tengan una conducta positiva con los demás. Para ayudarle a que aprenda a manejar sus emociones de manera diferente, hay que explicarles que los mordiscos y manotazos hacen daño mostrando gestos de disgusto, y enseñarles que como muestra de afecto hay que dar besos y abrazos.

Los adultos tanto en el ámbito familiar como en el escolar debemos hacer comprender al pequeño que estas acciones provocan dolor a los demás y mostrarle el modo correcto de relacionarse con iguales, enseñándole a resolver los problemas de forma adecuada.

Evitar etiquetar a los pequeños como malos, pegones o trastos. Los niños no son malos, lo que está mal es su acción y así hay que hacérselo ver. Ponerles etiquetas solo va a llevar a que se identifiquen con el papel y a reforzar ese comportamiento.

Si el comportamiento agresivo es muy recurrente, convendrá apartarle de la situación un ratito breve, al rincón de la tranquilidad para que se relaje y que cuando vuelva al grupo, pueda seguir la actividad con total normalidad. Cuanto más claras estén las normas y límites, antes interiorizarán y desarrollarán progresivamente las habilidades sociales alternativas a la agresión para resolver sus conflictos.

Excepto en el caso de que estemos seguros de que la motivación de la conducta está provocada por el deseo de obtener atención, le haremos saber que nos disgusta el que haga daño a otro niño, obligándole a pedir perdón y darle un beso.

La mejor forma de evitar estas conductas agresivas es prevenir. Los padres afectivos que exteriorizan los sentimientos y emociones propias, ayudan a que sus hijos observen y comprendan los sentimientos de los demás, indicándoles la forma correcta de resolver conflictos, les están ofreciendo la mejor base para una educación en valores y relaciones humanas. Es necesario que padres y educadores coincidan en las conductas sobre las cuales van a trabajar y sobre lo que quieren lograr. Ser específicos en la conducta que se quiere instaurar, no pedir generalidades.

Establecer normas de comportamientos bien definidas que precisen muy bien los límites entre lo permitido y lo no permitido. Pon énfasis en el comportamiento deseado, cuando te guste el comportamiento del niño, díselo, no permitas juegos bruscos que incluyan mordiscos, tortas o empujones “de mentira” y fuera de control. Ayudale a conectar con los otros niños.

Practicar con el ejemplo. No olvidar que los adultos somos modelos que copian y se debe mantener la congruencia entre lo que se hace y lo que se predica. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario