sábado, 21 de enero de 2012

EL APEGO

Vínculo madre-hijo


La capacidad de formar y mantener relaciones es lo más valioso que tiene el ser humano. Estas son absolutamente necesarias para que podamos sobrevivir, aprender, trabajar, amar y procrearnos.

El apego es un concepto que ha sido desarrollado en el área de la psicología y se describe como “el vínculo emocional recíproco y perdurable en el tiempo entre el niño y su cuidador”. Esto quiere decir que el apego es el vínculo (relación afectiva, conexión emocional) que se establece entre el niño y quien se encarga de su crianza, que generalmente es la madre o el padre. Es una relación perdurable en el tiempo, en la que tanto el niño como su cuidador contribuyen a la calidad de la relación.

Así como el cerebro nos permite ver, oler, pensar o movernos, también es el órgano que nos permite amar. Estos sistemas cerebrales que nos permiten formar y mantener relaciones, se desarrollan durante la infancia. Por ello, las experiencias en estos primeros y vulnerables años del desarrollo evolutivo del niño, influyen en su capacidad para formar relaciones emocionalmente saludables. La empatía, el afecto, el deseo de compartir, la capacidad de amar y ser amado y un sinnúmero de características de una persona asertiva y feliz, están asociadas a la capacidad de apego formada en la infancia.

Definición de apego

En el desarrollo infantil, el apego se refiere a un vínculo especial que se forma entre madre-hijo. El vínculo de apego tiene varios elementos claves:
  1. Es una relación emocional perdurable con una persona.
  2. Dicha relación produce seguridad, sosiego, consuelo, agrado y placer.
  3. El apego se forma en los primeros meses de edad, de 8 a 36.
  4. La pérdida o la amenaza de pérdida de la persona con la que se mantiene la relación evoca una intensa ansiedad.
  5. Esta relación ofrece el andamiaje funcional para todas las relaciones que el niño desarrollará en su vida.

Una relación sólida y saludable de apego, se asocia con una alta probabilidad de crear relaciones saludables con otros, mientras que un apego pobre esta asociado con problemas emocionales y conductuales a lo largo de la vida. Los vínculos resultan particularmente cruciales en la primera infancia, debido a que influyen de manera importante en el desarrollo de la personalidad.

Formas de apego
Tradicionalmente se definen los tres siguientes patrones de apego:
  • Estilos de apego seguro: reciben seguridad cuando están angustiados. Tienen cuidadores sensibles a sus necesidades. Confían en sus figuras de apego, pues sienten que estarán disponibles, responderán y les ayudarán en la adversidad. Las personas con apego seguro tienden a ser más cálidas, estables, con relaciones satisfactorias, positivas y con perspectivas coherentes de sí mismo.
  • Estilos de apego evasivo: exhiben un aparente desinterés y desapego a la presencia de sus cuidadores durante períodos de angustia. Estos niños tienen poca confianza en ser ayudados, poseen inseguridad hacia los demás, miedo a la intimidad y prefieren mantenerse distanciados de los otros.
  • Estilos de apego ansioso-ambivalente: responden a la separación con angustia intensa y mezclan comportamientos de apego con expresiones de protesta, enojo y resistencia. Debido a la inconsistencia en las habilidades emocionales de sus cuidadores, estos niños no tienen expectativas de confianza respecto al acceso y respuesta de sus cuidadores.

Un vínculo no seguro, caracterizado por la poca calidez emocional, inestabilidad, incongruencia y en algunos casos maltrato infantil, está íntimamente vinculado a una gran cantidad de desórdenes y problemas emocionales, cognitivo-conductuales y sociales en la infancia y en la vida adulta.

Experiencias que forman vínculo

El factor más importante en la creación del apego, es el contacto físico positivo, abrazar, besar, mecer, etc., ya que estas actividades causan respuestas específicas en el cerebro que llevan a la organización normal de los sistemas cerebrales responsables del apego. Durante los primeros tres años de vida, el cerebro coloca en su lugar la mayor parte de los sistemas y estructuras que serán responsables de todo el funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológico para el resto de la vida.

La relación más importante en la vida de un niño es el apego a su madre o cuidador, ya que esta primera relación determina el “molde” biológico y emocional para sus relaciones futuras.

Los niños con apego de tipo inseguro, generalmente manifiestan entre otros, trastornos del aprendizaje y bajo rendimiento escolar. Para un proceso de aprendizaje efectivo son indispensables funciones como memoria, percepción, atención y reflexión. Estas funciones están afectadas en una relación de apego inseguro, abuso o maltrato.

"Sentirse querido significa, para cualquier niño, sentirse aceptado y valorado. Intentará resolver o superar situaciones difíciles apoyándose en la seguridad afectiva de ser aceptado. El niño necesita el afecto incondicional, el que perdura sin exigencias, que no depende de su comportamiento. Podrá equivocarse o cometer errores, pero sin perder por ello el afecto. Esto le muestra que él vale por sí mismo, con sus posibilidades y limitaciones. Es una fuente de tranquilidad, seguridad y autoestima. Este afecto incondicional es el pilar fundamental del apego seguro”
(Munist et. al., 1998)


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