Los
bebes pronto aprenden que el llanto es una herramienta de
comunicación. Muchas veces lloran, pero no les pasa nada, solo
quieren llamar nuestra atención. Por eso el
llanto no se debe reprimir, sino interpretar. Gritará y llorará si
tiene sueño, hambre, frío, miedo, soledad, tristeza, cansancio,
dolor o molestias. Sus sentimientos y sensaciones negativas nos las
va a poder comunicar mediante llanto y gritos. Más adelante
aprenderá
otros mecanismos para comunicarse.
Hay
diferentes tipos de llanto:
- Llantos de necesidad básica: hambre, sueño, caca, dolor o malestar.
La
necesidad debe ser satisfecha y acompañarla con mimos esta bien,
pero el origen es la necesidad a satisfacer: darle de comer, cambiar
el pañal... Si atendemos a este llanto no estamos satisfaciendo su
verdadera necesidad sino que reforzamos el llanto como herramienta de
control. Es más conveniente mecerle, cantarle, sonreirle, estar en
su campo visual hasta que se le satisfaga la necesidad.
- Llantos de frustración: normas y límites.
Cuando
empiezan a descubrirse y a interactuar con el mundo, se encuentran
situaciones frustrantes y lloran para que el adulto se las solucione,
como alcanzar un juguete, caerse cuando están sentados... Debemos
ayudarles con la mirada alegre, pero no dárselo todo hecho,
enseñarles que pueden superar situaciones por sí mismos y que
además es divertido, adquiriendo así mayor autonomía, tolerancia a
la frustración y poco a poco autorregular su mundo interno buscando
soluciones.
Cómo
calmarle
- Mécele: Se calman con un movimiento rítmico. Mécele suavemente en la cuna o en el cochecito.
- Ponle en posición erguida: Apóyale contra tu hombro y acaríciale la espalda mientras caminas y le cantas o le hablas suavemente.
- Ponle el chupete: Con el tiempo, podrá ser retirado.
- Túmbale sobre tu pecho: Recuéstate apoyándote sobre unos almohadones y pon al bebé sobre tu pecho bocabajo y acariciale la espalda para relajarle.
- Sonriele mirándole a los ojos, háblale, dale seguridad, no es bueno aumentar la tensión con nuestros nervios.
Muchas
veces no hay que hacerle caso hasta que se calmen; decirle “no”
con expresión de enfado, con determinación pero sin dureza,
sabiendo que es por su bien. Si
se atascan en el llanto, hacerle reír cantando o dándole un
juguete antes de cogerlo, que no asocie “llanto-brazos” y
comience un bucle que reforcemos sin darnos cuenta.
Todo
se puede conseguir con rutinas, crear hábitos da seguridad y
confianza en la medida en que sabe lo que sucederá a continuación.
Un niño que se siente seguro es un niño feliz.
Objetos
de consuelo
Es
posible que tenga un juguete o un objeto de apego del que no suele
separarse y al que recurre en los momentos “críticos”, suelen
ser un peluche o una mantita. Le ayudará a dormirse y sentirse
seguro en determinadas situaciones. No hay motivo para preocuparse,
ni razón para retirárselo. Con el tiempo se irá haciendo más
independiente y terminará por olvidarlo.
¿Por
qué llora un niño mayor?
Al crecer su patrón de
llanto cambia, aprende más medios para comunicarse. Sus lloros son
más fáciles de interpretar. Un paso fundamental en su comunicación
es la adquisición del lenguaje, dejando el llanto para mostrar
rabia, pena, dolor o conseguir lo que desean.
- Sentimiento de rabia: es muy sano exteriorizarlo en forma de llanto. El niño pasará rápidamente del lloro escandaloso a una situación de absoluta normalidad, porque ha tenido la oportunidad de manifestar lo que sentía y por lo tanto le es más fácil recobrar la serenidad.
- Conseguir lo que quiere: Ante esto no se debe ceder, sino dejarle llorar, que se vaya apaciguando poco a poco. Durante una rabieta es absurdo tratar de razonar, hay que estar a su lado y cuando se haya calmado, hablar de lo que ha ocurrido. Si le consentimos, aprenderá a utilizar esta herramienta para conseguir lo que quiere. Si comprueba que este recurso no es eficaz, dejará de utilizarlo.
- El miedo también es motivo de llanto. Con sus pocos años, puede parecerle aterradora una situación nimia para un adulto. Respeta su miedo y razona con afecto, explicándole que no existe tal peligro. Ofrécele seguridad.
- Cuando se hace daño, se suele actuar de dos formas distintas y equivocadas:
1. Coger al niño y llenarle de besos, exagerando lo ocurrido. Se consigue que se asuste al creer que el incidente es más grave de lo que creía y llorará desconsoladamente. Ofrecerle un premio y para que “deje de doler”. A partir de entonces el niño aprenderá el patrón y reproducirá la misma escena cada vez que se lastime.
2. Subestimar el daño, diciéndole: “no llores más, no ha sido nada”, “los chicos no lloran”, etc. Se ha caído, probablemente le duela y se ha asustado. Hay que tranquilizarle y comentar el susto que se ha dado más que el daño que se haya hecho.
Debemos
recordar que somos un modelo permanente para ellos, debemos guardar
la calma y tener paciencia, ya que somos su sustento de seguridad, no
es bueno aumentar la tensión con nuestros nervios o miedos. Todo se
puede conseguir con rutinas o “secuencias de acciones repetitivas
cotidianas que le crearán un habito”, ésta es la clave para que
sientan seguridad. Un niño que se siente seguro es un niño feliz.
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